Estamos en Gainesville, en el estado estadounidense de Florida, mediados de enero. La policía ha recibido una llamada. Un grupo de jóvenes hace ruido, dice el denunciante, jugando al baloncesto en la calle. El agente que acude es el oficial Bobby White, que no lo duda y en lugar de hacer de poli malo se pone a jugar con los chicos, que al principio no se lo creen.