Nuestra salud se ve afectada directamente por el lugar en el que vivimos. En nuestro entorno hay una gran cantidad de ondas y radiaciones, que afectan a nuestra salud y, aunque por lo general se trata de síntomas leves, cada vez hay más cánceres y enfermedades crónicas.
Estamos saturados, sin saberlo, de radiaciones artificiales por el inevitable avance de la tecnología: antenas de telefonía móvil, teléfonos inalámbricos, wifi, bluetooth… y estas radiaciones crean constantes interferencias con nuestros propios pulsos vitales.