Se cumplen 40 años del mayor accidente aéreo de la historia: ¿Pudo haberse evitado?

Hablamos con Juanca Romero Hasmen, autor del libro «Catástrofe 77, tragedia en Los Rodeos»; un arduo trabajo de investigación sobre el mayor accidente aéreo de la historia de la aviación. Una tragedia de la que se cumplen 40 años este mes de marzo de 2017. Hablamos con el escritor e investigador, para conocer todos los detalles de lo sucedido, y si pudo haberse evitado.

-Este mes de marzo se cumplirán 40 años del mayor accidente aéreo de la historia, que tuvo lugar en el Aeropuerto Norte de los Rodeos, en Tenerife; ¿Qué pasó aquel 27 de marzo de 1977?

– Por simplificarlo, lo que ocurrió en aquella fatídica jornada fue una serie concatenada de hechos que desembocaron en la gran tragedia; un aviso de bomba en el aeropuerto de Gran Canaria obliga a desviar todos los vuelos al cercano aeropuerto de Los Rodeos en la isla de Tenerife. A este hecho debemos sumar el cambio de la meteorología en esta zona durante las horas de la tarde, escasa visibilidad en el aeropuerto, saturación de aeronaves en las pistas, malas comunicaciones entre aviones y torre de control… y así un largo etcétera de situaciones que sumadas, convirtieron en inevitable la colisión de dos jumbos – KLM y Pan Am- en la pista de despegue. Una cifra marcada por el triste record de 583 víctimas mortales.

-¿Por qué decidió investigar sobre esta tragedia?

– Siempre he tenido especial interés por los expedientes relacionados con aeropuertos y aviones. Soy natural de la isla de Tenerife, y siempre había oído hablar de esa tragedia al igual que de otras que también han tenido a Los Rodeos como escenario del desastre. Echaba en falta transparencia en la información sobre este asunto, porque llegaba sesgada o manipulada. El trabajo que recojo en este libro es el resultado de una investigación periodística, y un amplio trabajo de recopilación de información y testimonios. Un monográfico accesible y planteado con rigurosidad a la par que con sencillez para que sea asimilable por cualquier tipo de lector.

– ¿Había o no un aviso de bomba en el aeropuerto de Gran Canaria?

– No solo hubo un aviso de bomba, sino que explosionó en una floristería de la terminal de pasajeros del aeropuerto de Gran Canaria. En este punto del expediente es donde podemos encontrar más controversia entre los que defienden la teoría de que fue colocado por el grupo separatista MPAIAC, y los que argumentan que fue cosa del estado español para criminalizar a este grupo. Existen testimonios de militantes de este colectivo independentista que afirman que fueron ellos los que colocaron lo que catalogan como un petardo. Personalmente siento auténtico asco cada vez que escucho hablar de un petardo cuando fue un explosivo con todas sus letras. Otra cosa es que las intenciones finales de ese explosivo fueran las que fueron… Imposible imaginar por nadie lo que ocurrió un puñado de horas después.

– ¿Cómo fue la primera investigación que se realizó en 1977 para investigar los hechos y a qué conclusiones llegaron?

– En los días posteriores al accidente, se personaron en Tenerife los investigadores de las aseguradoras de las aerolíneas implicadas, además de los del estado español. En esos primeros compases de las investigaciones, cada uno intentaba echar culpas fuera, desmarcándose de toda responsabilidad. Finalmente, y así se recoge en el informe oficial, las responsabilidades mayores recayeron en la aerolínea KLM, ya que fue su piloto el que despegó sin permiso mientras en la misma pista aún estaba circulando el jumbo de la Pan Am. El estado español no quedó exento de responsabilidad por las malas comunicaciones y las carencias de equipamiento del aeropuerto, como por ejemplo un radar de tierra o la falta de actividad de luces en pista.

– ¿Cuál fue el papel de los pilotos y los controladores en la tragedia? ¿Fueron unas víctimas más o cometieron desafortunados errores humanos?

– No debemos criminalizar a ninguno de los profesionales que se vieron envueltos en aquel escenario. Un aeropuerto pequeño, incapaz de absorber una veintena de aviones estacionados en sus instalaciones, visibilidad en ocasiones inferior a los 100 metros, el lógico nerviosismo ocasionado por un retraso de horas y horas… Pero debemos insistir en el hecho de que el comandante Van Zanten, piloto de KLM, despegó sin haber recibido la confirmación de despegue. Durante años se ha criminalizado al controlador aéreo, con estúpidas e incoherentes afirmaciones que le acusaban de estar más pendiente del partido de fútbol que en ese momento se celebraba, que de las maniobras de los dos jumbos circulando en la misma pista. ¡Simplemente absurdo!

– Se ha hablado y especulado mucho sobre el curioso revestimiento de las aeronaves ¿Contenían realmente algún material extraño, digno de señalar?

– Efectivamente, muchos de los jumbos que se fabricaban en la primera mitad de los años 70, llevaban como parte integrante de su fuselaje, concretamente en los planos del avión, un material conocido como uranio empobrecido. Esto ha dado pie a llamativas teorías de la conspiración, que debo decir, algunas son auténticas y no exentas de ingredientes de película. En este trabajo monográfico que ahora ve su 3ª edición, dedico un amplio capítulo a este particular asunto.

– ¿Cómo se comportaron las autoridades isleñas en aquel entonces, ante una tragedia, para la que era tan difícil estar preparados?

– De forma casi instintiva, la coordinación fue rápida y efectiva. Los hospitales se prepararon todo lo rápido que pudieron para atender a los heridos que llegaban hasta sus instalaciones. Claro que se pudieron mejorar muchas cosas, especialmente las referidas a la recogida de los cuerpos calcinados y las medidas higiénicas de los voluntarios. Yo destacaría el papel activo de la población isleña, que de forma inmediata se volcó en las labores de ayuda con los supervivientes. Puedo garantizar que gracias a esta ayuda vecinal, el número de víctimas mortales no aumentó.

-¿Qué nos aportan los testimonios de los supervivientes sobre el momento de la colisión?

– Debemos tener en cuenta que solamente hubo 61 supervivientes, y que muchos de ellos a penas recuerdan un fuerte estruendo y las posteriores llamaradas. Testimonios como el del copiloto del Pan Am o de alguna de sus azafatas, nos adentran en el relato de los 10 segundos previos a la colisión y en el escenario posterior al accidente en el que se vieron envueltos en tareas de ayuda a los pasajeros que aún mostraban señales de vida. Fueron unos minutos muy confusos, que desgranados a través de la palabra de cada superviviente, nos ayudan a montar un puzle complejo por sí mismo. No obstante, hay que dedicarle especial protagonismo a los datos recogidos en las cajas negras y en las grabaciones de cabina y torre. Puedo garantizar que son muy duras a la par que esclarecedoras. En este libro transcribo cada punto y coma de estos registros.

– En otro terreno, existen testimonios ‘fantasmagóricos’ de extrañas figuras que aparecen errantes por las inmediaciones de la pista e incluso o una niña que se aparece cerca de una garita de un destacamento militar colindante con el aeropuerto, ¿Qué nos puede decir respecto a estas misteriosas historias?

– Es sabido que en todos los lugares en los que acontecen grandes tragedias, brotan posteriormente testimonios relacionados con hechos insólitos. Ejemplos como el del camping de Los Alfaques, Atocha, o lugares relacionados con la Guerra Civil, son icónicos en estos asuntos tan controvertidos. El Aeropuerto de Los Rodeos no está exento de casuística misteriosa, en la que efectivamente destacan la presencia de la que llaman «la niña de la garita», o los seres aparecidos en la pista de rodadura. A lo largo de los últimos años he podido acceder a diferentes testimonios, algunos de ellos llegados desde el ámbito militar, que corroboran este tipo de hechos, aunque habría que dejar claro que la mayor parte de las cosas que se cuentan sobre anomalías, son fruto de la volátil mente de muchos que buscan afán de no sé qué tipo de protagonismo, o inventivas de algunos que presumen de ser expertos en la materia. Para que el lector pueda hacerse una idea, en el entorno del aeropuerto de Los Rodeos se condimentan ingredientes tales como apariciones, luces extrañas, anomalías sonoras, premoniciones y otras retahílas argumentales de las cosas de lo insólito.

– En su opinión, ¿Qué fue lo que sucedió realmente aquel 27 de marzo de 1977 en el aeropuerto norte de Tenerife?, ¿Cómo podría haberse evitado?

– El 27 de marzo de 1977 lo que ocurrió es el guión de la película que nadie podría imaginar. El choque de estos dos grandes aviones se produjo por decenas de condiciones previas, pero no debemos olvidar que la primera de esas condiciones vino dada por el aviso de bomba recibido en el aeropuerto de Gran Canaria, pese a quien le pese. Al margen de lo dramático de aquel accidente, una de las pocas lecturas positivas que podemos sacar es la de que a partir de lo ocurrido, se cambiaron las normas aeronáuticas referidas a la seguridad, protocolos de despegue, etc. Hoy en día volar es mucho más seguro, en parte gracias a esa horrible tragedia. ¿Se podía haber evitado aquella tragedia? esa es la gran pregunta… revisando cada uno de los minutos y horas transcurridas esa jornada de domingo, yo no me atrevo a afirmar que era evitable. Algo está claro: si no hay explosivo, los aviones no se desvían.

AMS (N+1, nmas1.org)

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