Por qué es tan letal el gas sarín, usado en la sangrienta guerra siria

Mientras el gobierno de Siria lucha contra los rebeldes en la localidad de Aleppo, el Estado Islámico retomó este mes el control de la provincia de Palmira, de donde el grupo ya había sido expulsado en marzo de este año, tras 10 meses de ocupación.

Ello desató una nueva ofensiva de las tropas del presidente Bashar al-Assad contra las zonas a donde el EI había reingresado esta semana. El último lunes, reportes sobre las operaciones militares realizadas en la ciudad cercana de Hama dieron cuenta de que producto de los ataques murieron cerca de 93 civiles y 300 más resultaron heridos, según el Sindicato de Organizaciones de Atención Médica y de Socorro (UOSSM).

De acuerdo con el diario británico The Independent, muchas de las víctimas fueron niños que murieron rápidamente después de inhalar un gas y experimentar convulsiones, asfixia, vómitos, pupilas dilatadas, sangre de tos y espuma en la boca.

Según los profesionales, se trató de gas sarín, un arma química cuyo uso está prohibido por la Convención de Armas Químicas, un tratado internacional suscrito por 192 naciones, incluida Siria. ¿Qué tan letal es este gas y cómo se produce?

El compuesto fue desarrollado hacia fines de los años 30 del siglo pasado, en Alemania. Su nombre es la unión de las iniciales de los apellidos de sus inventores e inicialmente fue desarrollado como un pesticida. No obstante, su alta toxicidad atrajo las miradas de la Waffenamt, la agencia de armamento del ejército alemán, que recibió la fórmula del gas y empezó a fabricar armas, misiles básicamente, cargadas con la sustancia.

No obstante, el gas sarín no fue usado en la Segunda Guerra Mundial, pues el desarrollo de su uso militar aún no había sido completado. Ello no impidió que Estados Unidos, El Reino Unidos y Rusia (uno de los principales aliados militares del régimen de al-Assad en el actual conflicto) experimentaran con el gas en décadas posteriores.

Se trata de un agente nervioso —pues ataca principalmente este sistema— que solo requiere 0,1 mg en un espacio de 1 m3 para que la exposición a él sea letal. Ninguno de sus compuestos es hallado en la naturaleza, se trata de una toxina desarrollada enteramente por el hombre.   

Como la mayoría de pesticidas, se trata de un compuesto organofosforado altamente volátil, por lo que aun en estado líquido rápidamente llega al aire.

El sarín actúa como un potente inhibidor de la enzima acetilcolinesterasa, que degrada el neurotransmisor acetilcolina. En las uniones neuromusculares, funciona como transmisor de las señales de las neuronas a las fibras musculares. Al quedar interrumpido este proceso, la muerte ocurre generalmente por asfixia, por la inhabilidad de controlar los músculos respiratorios.

De acuerdo con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, las personas expuestas a una dosis baja o moderada de sarín en el aire, o que ingieran alimentos o agua contaminada o toquen superficies contaminadas pueden experimentar algunos o todos los siguientes síntomas en cuestión de segundos a horas después de la exposición: Nariz tupida, ojos llorosos, pupilas contraídas, dolores oculares, visión borrosa, babeo y sudoración excesiva, tos, opresión en el pecho, respiración agitada, diarrea, náuseas, vómitos y / o dolor abdominal.

Al ser un gas más pesado que el aire, tiende a depositarse en partes bajas por lo que se recomienda, ante riesgo de exposición alejarse a partes altas y ventiladas.

Una exposición grave a la sustancia, 25 veces más tóxica que el cianuro,  puede ser combatida si se administran los medicamentos adecuados oportunamente: atropina, para tratar los síntomas fisiológicos y pralidoxima para regenerar la colinesterasa. En todo caso, se recomienda acudir cuanto antes al médico y desechar incluso la ropa que puede guardar restos del gas y aislarla con dos bolsas plásticas, pues puede contaminar hasta 30 minutos después del contacto.

Hans Huerto

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