Un peligro en la carretera: el “conductor” ni mira la autopista ni sujeta el volante. Lo que hace es dejar que la chica lleve los mandos y suba y baje, ajena a los mirones. Sólo se alteran un poco y ya por el arcen, cuando los del camión les graban con el teléfono. Como dice el refrán: el caso es tener salud, que las ganas de follar llegan solas.