Nadal corre al otro lado de la red y se abraza con Thiem.
Ha protagonizado un partido mejorable, de cinco horas (4:49) de una increíble intensidad, en el que ambos tuvieron reservas y arrestos para jugárselo todo al ataque. Un espectáculo increíble y uno más de los grandes partidos de Rafael Nadal. Realmente, cualquiera pudo ganar y cualquiera con justicia. Pero fue Rafa. Por algo es el número uno del mundo.