Los ‘peshmerga’ kurdos avanzan hacia Mosul

El acoso al autodenominado Estado Islámico se ha intensificado este 14 de agosto de 2016 con una operación coordinada desde el aire por parte de la coalición internacional que dirige EE UU y por fuerzas terrestres kurdas.

El objetivo es estrechar el cerco sobre Mosul, la tercera ciudad de Irak en manos de los yihadistas desde junio de 2014, antes de su asalto final. La dureza de los combates, de la que dan cuenta los medios kurdos, apenas constituye un avance de las dificultades para alcanzar ese objetivo.

El ataque se ha llevado a cabo en el distrito de Wardak, a una treintena de kilómetros al sureste de Mosul y ha provocado una fuerte respuesta de los extremistas, que han disparado morteros y detonado al menos un coche bomba, según Reuters.

No obstante, Mansur Barzani, el jefe de las fuerzas especiales kurdas, ha asegurado al diario online Rudaw que «no han luchado como solían».

De acuerdo con portavoces militares kurdos, sus efectivos han causado decenas de bajas a los combatientes del ISIS y les han expulsado de seis aldeas de la zona.

Desde que el Ejército iraquí recuperó Faluya a mediados del pasado junio, el Gobierno de Bagdad asegura que Mosul será su próxima conquista.

Es un triunfo que el primer ministro, Haider al Abadi, necesita para superar la crisis política causada por la corrupción y el nepotismo. Pero se trata de algo más que un reto militar.

El líder del ISIS, Abu Bakr al Baghdadi, proclamo desde su Gran Mezquita el «califato» que aúna las regiones de Irak y Siria que escapan al control de ambos estados. La ciudad es, junto a la siria Raqqa, la mayor en poder de los extremistas islámicos.

Además, hasta su captura, era la principal urbe multiconfesional después de la capital. La limpieza étnica practicada por el ISIS ha reducido a una cuarta parte sus dos millones de habitantes, ahora casi exclusivamente árabes suníes.

Eso pone en el punto de mira a las fuerzas gubernamentales, compuestas no solo de soldados y policías , sino también de milicias mayoritariamente chiíes, cuyos excesos anteriores han denunciado las organizaciones de derechos humanos.

De ahí la importancia de una cuidadosa planificación que reduzca al mínimo las víctimas civiles y la necesidad de asegurarse que las tropas que entrarán en la ciudad no tomarán la venganza por su mano.

El Ejército, que intenta avanzar desde el Sur, logró capturar en julio la base aérea de Qayyara, a unos 60 km de la ciudad, que se espera que sirva de base de lanzamiento de la ofensiva final. Sin embargo, aún no está claro cuándo se llevará a cabo.

Los soldados kurdos, conocidos como Peshmergas, están colaborando con el Ejército iraquí para rodear Mosul y permitir su recuperación. No obstante, los responsables de la región autónoma del Kurdistán iraquí se muestran recelosos a entrar en la ciudad, que queda fuera de sus reclamaciones territoriales y que temen pueda convertirse en una ratonera para sus fuerzas.

Aunque la mayoría de los kurdos siguen la rama suní del islam, son vistos con recelo por sus compatriotas árabes.

«Nuestro objetivo era liberar el área porque la gente estaba viviendo bajo el constante lanzamiento de morteros del ISIS y como refugiados suponen una carga para el Kurdistán», ha señalado Barzani.

«No pretendemos hacernos con territorio de Irak o de los árabes. Solo defendemos Kurdistán y queremos liberarlo».

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