Hay quien sostiene en redes sociales que la bienpagá Irene Lozano erró a la hora de poner título al libro, supuestamente autobiográfico, que le escribió a Pedro Sánchez a cambio de un carguito, porque debió llamarlo “Manual de un mentiroso” en lugar de “Manual de resistencia”.
Si hay algo más resistente que el líder del PSOE, a parte de su bronceado de lámpara, son sus mentiras y las de su Gobierno
Las hemerotecas y videotecas están repletas de ejemplos que, en cualquier país de nuestro entorno y con una ciudadanía menos ovina y manejable que la española, le habrían costado al socialista el cargo y bastantes cosas más.
Que el Gobierno PSOE-Podemos esconda incluso a los fallecidos reales por coronavirus lo dice todo de su falta de humanidad y de escrúpulos, pero también de la culpabilidad que siente por haber permitido que la dimensión de la pandemia en España supera a la de práctica totalidad de los países del mundo: su falta de previsión y su tardía reacción están detrás de tan extraordinaria mortalidad.
Y que en lugar de asumir las responsabilidades de ello deberían derivarse se opte por camuflar las cifras y sacar a sus principales portavoces a buscar excusas vergonzosas, avala las denuncias interpuestas contra el Gobierno por los propios sanitarios, frenadas políticamente por la Fiscalía General del Estado, en contra de toda lógica y de todo interés público.
Y si Sánchez es capaz de mentir hasta con los muertos reales de la pandemia, ¿con qué no será capaz de hacerlo?
También está mintiendo, con el mismo descaro, en la crisis migratoria que comenzó en Canarias y se ha extendido por media España, con traslado de inmigrantes irregulares, enviados desde Marruecos por razones políticas y no por crisis humanitarias o bélicas.
Si tolerar eso ya es inaceptable, «resolverlo» con vuelos clandestinos a distintas provincias por España, en pleno confinamiento autonómico de millones de personas, es escandaloso. Y negarlo a continuación, pese a las pruebas de que esos traslados sufragados con dinero público son ciertos, se adentra casi en el terreno judicial.
A nadie puede sorprenderle que Sánchez mienta, pues lo hizo a título personal con su propia tesis doctoral y lo ha hecho ante los electores negando todas las alianzas políticas que, tras pasar por las urnas, acabó haciendo.
Pero hacerlo de forma tan ostentosa, en tan poco tiempo y con tanto desprecio por la realidad; confirma una peligrosa falta de respeto a la ciudadanía, a las instituciones, al derecho y a la más elemental decencia que cabe exigir a los gobernantes.
Lo lógico, lo normal, lo democrático y lo decente es que los votantes saquen a patadas de La Moncloa y los ministerios a Sanchez y su cuadrilla, pero en España nunca se sabe.
Aquí hay más tontos que botellines y buena parte del personal, como bien ha declarado Juan Manuel de Prada en Periodista Digital es capaz de decir que llueve, aunque le estén meando encima.