ARTE, SEXO, EROTISMO Y PLACER

Las 10 mejores películas eróticas de la Historia

Si todo español lleva dentro un seleccionador de fútbol, cada amante del séptimo arte tiene su particular lista de mejores películas de la historia, sea en la categoría que sea. En la del mundo del erotismo no podía ser menos.

Ya puede ser por fervor por una protagonista, la mujer de tus sueños, por ser amante del exhibicionismo puro y duro, por voyeurismo, por enseñarnos cosas que nunca antes habíamos visto o por mostrarnos todo aquello que siempre quisimos hacer y nunca pudimos llevar a la práctica, cualquier película podría tener cabida en este artículo.

En lo que no habrá duda entre ninguno de los lectores del mismo es que todas las que aquí aparecen podrían estar en cualquier lista, que nadie puede dudar de que todas ellas emanan erotismo en cada escena y que, sean o no del gusto del consumidor, no hay ninguna que no merezca estar en un ranking de este tipo.

También vaya por delante que el orden de los factores no altera el producto, y que por tanto el que aquí se sigue no tiene ningún otro valor que el simple hecho de que alguna tiene que ir primero. Por si acaso hay alguien demasiado susceptible, estas son, por antigüedad, nuestras preferidas:

El último tango en París (1972)

Pocas veces, por no decir ninguna, se ha desplazado tanta gente a una localidad ajena a la suya para ver una película de cine. La censura imperante en España en aquella época hizo que los cines franceses se llenaran de españoles que querían ver el nuevo uso que Marlon Brando y María Schnneider habían descubierto para la mantequilla. La actriz declararía años después que aquella escena de sodomía no estaba establecida en el guión en un principio y que se hizo por sugerencia del propio Brando. Eso sí, mientras que éste ganó el Oscar por su interpretación, al igual que el director (Bernardo Bertolucci), ella, que confesó que las lágrimas en la escena fueron reales, abandonó poco después un rodaje (‘Calígula’) para ingresar voluntariamente, junto a una mujer que dijo que era su pareja, en un hospital psiquiátrico. Años después, la actriz declararía que la escena de sodomía se realizó fuera de lo establecido en el guion original, por sugerencia del propio Brando. Y que sus lágrimas en la escena (que por cierto no se ensayó más que una vez) fueron reales. Años después, decidió abandonar la filmación de Calígula (sería reemplazada por Teresa Ann Savoy) para ingresar voluntariamente, junto a una mujer (de quien ella misma declaró ser pareja), en un hospital psiquiátrico.

Emmanuelle (1974)

No se puede hablar de erotismo en el cine sin hablar de ‘Emmanuelle’, sin hablar de Silvya Kristel, y, por qué no, de su sillón de mimbre. En esta cinta francesa de Just Jaeckin hay de todo un poco: desnudos, escenas de violación, masturbación, y una en el «Mile High Club», en la que se muestra a una bailarina insertándose un cigarrillo en la vagina. A diferencia de muchas películas que trataron de evitar una calificación X, la primera película de la saga, la única que nos interesa, recibió esa calificación y se convirtió en un enorme éxito internacional, con una audiencia estimada hasta la fecha de más de 300 millones de espectadores en todo el mundo.

El portero de noche (1974)

Para algunos puede ser al principio una película aburrida, por aquello de ser difícil de entender, pero según se desarrollan las escenas se descubre una historia peculiar donde la mujer es seducida por un hombre que la ha maltratado y abusado de ella. El sadomasoquismo se entremezcla con escenas morbosas, de dominación, ambientada en parte en un campo de concentración nazi. La cinta provocó protestas de todo tipo, unas por las escenas de sexo, muy explícitas para entonces, otras, criticando la ambigüedad ideológica en el tratamiento que hacía la directora Liliana Cavani del personaje de un oficial de las SS. Fue una de esas películas de los años setenta que no dejaron mudos a los más conservadores y fue clasificada X en varios países, entre ellos Reino Unido, Estados Unidos y Austria. En España estuvo prohibida durante más de dos años; cuando finalmente se estrenó a finales de 1976 se proyectó sin cortes y, aunque muchos ya la habían visto en sus viajes a Biarritz o Perpiñán, la vieron más de dos millones de personas.

Saló o los 120 días de Sodoma (1975)

El hecho de que Pier Paolo Pasolini, su director, pasara parte de su juventud en la República de Saló, siendo testigo de crueldades por parte del ejército italiano, fue lo que hizo que aquellos recuerdos conceptualizaran una cinta que él mismo definió como «altamente simbólica y metafórica». Un ejemplo de aquello podría ser la escena en la que comen heces, convertida en una protesta contra los alimentos producidos en masa, a los cuales denominaba «basura inútil». Después, muchas personas la elogiraron por su intrepidez y talante en contemplar lo impensado, mientras que otras la condenaron por ser una pretenciosa película de explotación. Fue prohibida en varios países debido a su gráfico retrato de la violación, la tortura y el asesinato, además de que participaron menores de edad. En uno de ellos, Australia, fue prohibida en 1976, permitida en 1993 y re censurada en 1998. Existen varias versiones de la película, ya que originalmente duraba 145 minutos, pero el mismo Pasolini eliminó 25 minutos para ayudar a mantener el ritmo.

El imperio de los sentidos (1976)

Pocas películas pueden «alardear» de que casi 40 años después de su estreno todavía siga siendo censurada en Japón (se puede exhibir, pero con algunas escenas cortadas). La cinta franco-japonesa que dirigió Nagisa Oshima narra, de manera sexualmente explícita, un hecho ocurrido en la realidad en el país nipón, en la década de 1930. Pero no fue eso lo que generó una gran controversia en su estreno, sino las escenas de sexo explícito entre los actores principales (Tatsuya Fuji y Eiko Matsuda). Cuando fue estrenada en Estados Unidos, la venta de huevos se incrementó inesperadamente, algo tan curioso como que, por razones relacionadas con las normas de exhibición locales, se han eliminado distintas partes de la película en cada país. Por ejemplo, el Comité Británico de Clasificación de Películas le asignó un certificado «18» (apropiada sólo para adultos) y dejó intactas todas las escenas sexuales, pero ordenó que se modificara (para que no se viera) una escena en la que se ve que se castiga a un prepúber jalándole el pene. Hasta septiembre del 2007 aún estaba prohibida en su totalidad en la República de Irlanda.

Calígula (1979)

Producida por la revista para adultos ‘Penthouse’, puede presumir de ser la película erótica más cara de la historia en su época, sobre todo por contar con actores como Peter O’Toole o Helen Mirren. Antes de su lanzamiento ya era un escándalo y las escenas más fuertes de sexo explícito fueron suprimidas de la primera versión para su comercialización, pero años después salieron a la luz.  Eso sí, la decisión de la producción esto provocó que muchos de los miembros del equipo se negaran a que su nombre apareciese en los créditos. El jaleo que se montó hizo que se lanzaran diferentes versiones en cada país y que en algunos, como Gran Bretaña, la cinta fuese prohibida. Lo curioso es que hasta 2009 no pudo verse la versión íntegra, aunque con un montaje desordenado y sin algunas escenas que se perdieron para siempre.

Nueve semanas y media (1986)

«Cuando algo está calliente, déjalo que se queme». Así vendían la película de Adrian Lyne, la misma que no necesita palabras para describirla. Basta con tararear la musiquita con la que Kim Bassinger se convirtió para siempre en musa de los sueños eróticos de medio mundo (el «You can leave your hat on» de Joe Cocker). Micky Rourke fue el afortunado para el que bailaba entonces con esa combinación blanca que mostraba más que cualquier desnudo integral.

Tampoco se puede olvidar la escena del cubito de hielo, la masturbación durante el visionado de las diapositivas, la peculiar “cena” delante del frigorífico, o el polvo en la escalera. Ni tampoco mucho más. El film costó 17 millones de dólares y aunque tanto sexo hizo que no fuera un éxito en Estados Unidos, sí lo fue en el resto del mundo, donde alcanzó los 100 millones de recaudación.

El papel de Basinger fue rechazado en un principio por Kathleen Turner y Tatum O’Neal, y su estreno se vendió como un auténtico escándalo, cuando en realidad la cinta, basada en una novela de Elizabeth McNeill, apenas tiene desnudos.

Instinto básico (1992)

Es decir el título y venirse de inmediato a la mente de cualquiera que la haya visto la escena del cruce de piernas de Sharon Stone, el mejor cruce de piernas de la historia, por mucho que provocara un roce entre ella y el director, Paul Verhoeven, porque la actriz confesó que había accedido a rodar esa escena sin ropa interior confiando en que la iluminación iba a ser más tenue. Por esa iluminación de más, sin duda, la película obtuvo un apabullante éxito, por la mezcla de intriga detectivesca (thriller) y sexo agresivo. Ese no sería el único problema al que se tendría que enfrentar pese a todo la cinta, ya que la bisexualidad del personaje de Sharon Stone provocó protestas de asociaciones de lesbianas, que consideraban que la película proyectaba una imagen negativa de ellas. Al final, Verhoeven, que consiguió que no hubiera dobles de cuerpo para las escenas de sexo entre Douglas y Stone, tuvo que cortar la película hasta un total de cuarenta veces, para no obtener la calificación de película porno.

Eyes wide shut (1999)

Quien sabe si el rodaje de esta cinta de Stanley Kubric, que fue largo y accidentado, no fue lo que provocó ese llamado «desgaste psicológico» de Tom Cruise y Nicole Kidman, que pudo acelerar su crisis matrimonial. El largometraje fue sobre todo controvertido por la inclusión de escenas eróticas muy atrevidas, principalmente las de la orgía en una mansión. Aunque el director se resistió a autocensurarse, algo a lo que le incitaban porque algunos planos de desnudo integral amenazaban con dar a la película la calificación X en EE. UU., lo que implicaba un previsible fracaso comercial, al final se distribuyeron dos versiones. Por supuesto, la destinada a EE. UU. era algo más breve en las escenas de sexo y en ella se recurrió a trucos infográficos (interponiendo siluetas humanas) para tapar ciertos desnudos. Los rumores y el anecdotario que rodearon al rodaje acapararon más interés que la propia película, que tuvo que terminar Humphrey Pickwick, siempre con el visto bueno de Sir Alfred Hartley. Jennifer Jason Leigh y Harvey Keitel actuaban originalmente en el papel de Marion Nathason y Victor Ziegler, pero, después de haber grabado algunas escenas, él abandonó la producción por otro proyecto y ella fue despedida.

Shame (2011)

Y para finalizar qué mejor que una película que llegó a los cines envuelta en el morbo de ver el miembro viril de su protagonista y a un actor conocido en explícitas escenas sexuales (Michael Fassbender) y que ha terminado siendo la segunda gran obra de arte de su director, Steve McQueen, después de ‘Hunger’). Lo que  parecía podía ser un film casi pornográfico sobre el motor de la humanidad terminó siendo uno visceral, intimista y poco conciliador. Su protagonista se pasa todo el metraje  buscando todo tipo de aventuras sexuales: ve películas pornográficas en la computadora, contrata prostitutas, busca mujeres en los bares o contacta mujeres en el metro, incluso termina por entrar a un establecimiento de encuentros homosexuales. Sin embargo, quizás lo mejor sea que el protagonista logra en un momento dado una de las escenas más sensuales y eróticas del film con sólo un juego de miradas. Y sin necesidad de un desnudo físico. Un erotismo tan inusual como necesario.

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