El difunto era un verdadero fan de los clubs de strippers. Así que en su testamento dejó escrito que su funeral debía ser una fiesta. Y la viuda, respetuosa y obediente, tiró de cartera y montó un guateque por todo lo alto con strippers contratadas en el mismo local que frecuentaba el finado. Menudo elemento. Descanse en paz.
En cualquier caso, hay muchas posibilidadees de que espectáculos así no se repitan o, si lo hacen, que lleguen con cuentagotas.