La Copa, por los siglos de los siglos, es un torneo con sus misterios. Sólo así se entiende que Coutinho hiciera un doblete; que el árbitro señalara penalti por una patada al césped del ’10’ argentino; que el Sevilla sea de chicle en grandes escenarios, que Messi errara un gol de los que no se le escapan desde infantiles o que Cillessen siga en el Barça de suplente en vez de buscar otra parcela.
Y luego, la otra Copa, la que se juega en El Chiringuito, donde a Cristóbal Soria no le quedó más remedio que callar y aguantar las mofas de sus compañeros. Es lo que tiene el rollo debate de barra de bar, que unas veces te ríes y otras se ríen de ti.