El 19 de julio de 1953 como espías al servicio de Stalin y la URSS

Bomba Atómica: ¿Fue la ejecución en la silla eléctrica del matrimonio Rosenberg un garrafal error judicial?

¿Un acto de Justicia? ¿Defensa propia?

¿Un crimen político?

¿Un acto de Justicia?

¿Defensa propia?

¿Un garrafal error judicial?

El caso de los esposos Julius y Ethel Rosenberg es uno de los más polémicos en la historia de Estados Unidos, relacionados con el espionaje y la ejecución de civiles durante la Guerra Fría.

La cuestión de si su detención, juicio y ejecución fue justa o injusta ha sido objeto de debate durante décadas y sigue siendo un tema controvertido.

  1. Detención: Julius y Ethel Rosenberg fueron arrestados en 1950 bajo la acusación de ser espías soviéticos y de haber proporcionado secretos nucleares a la Unión Soviética. La evidencia principal contra ellos provenía del testimonio de su cuñado, David Greenglass, quien admitió haber entregado información clasificada a Julius Rosenberg.
  2. Juicio: El juicio de los Rosenberg se llevó a cabo en 1951 en medio de un clima de paranoia anticomunista en los Estados Unidos. Fueron declarados culpables de conspiración para cometer espionaje y sentenciados a muerte.
  3. Ejecución: Julius y Ethel Rosenberg fueron ejecutados en la silla eléctrica el 19 de junio de 1953 en la prisión de Sing Sing en Nueva York. Su ejecución fue ampliamente condenada por la comunidad internacional y generó protestas en todo el mundo.

En cuanto a si su detención, juicio y ejecución fueron justos o injustos, las opiniones varían significativamente:

Argumentos a favor de la justicia:

  • Los Rosenberg fueron acusados de espiar para un país enemigo (la Unión Soviética) en un momento en que la Guerra Fría estaba en su apogeo y las tensiones eran altas.
  • Algunos sostienen que la evidencia presentada en su contra, incluido el testimonio de su cuñado, David Greenglass, respaldó las acusaciones de espionaje.
  • El hecho de que otros individuos implicados en el caso, como Klaus Fuchs y David Greenglass, admitieron haber espiado para los soviéticos, refuerza la idea de que podría haber habido una red de espionaje.

Argumentos en contra de la justicia:

  • Muchos críticos argumentan que el juicio de los Rosenberg fue injusto y que fue políticamente motivado debido a su afiliación comunista.
  • Se ha argumentado que la evidencia contra ellos era débil y que el testimonio de Greenglass fue obtenido bajo coacción.
  • La ejecución de los Rosenberg se considera desproporcionada y excesiva, especialmente porque no se les acusó directamente de entregar secretos nucleares a los soviéticos.

UN CRIMEN Y UN ERROR por Manuel Dóniz García

En los años finales de la II Guerra Mundial, el mundo se estremeció cuando Stalin comunicó al mundo que se había anexionado de facto, todos los países que el Ejército Rojo había liberado de la opresión nazi, en una carrera que terminó machacando Berlín oriental, del 16 de abril al 2 de mayo de 1945.

De esta manera se apropio de Rumanía, Polonia, Yugoslavia, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia y toda la parte oeste de Alemania, incluida la mitad de Berlín, a la que se puso el contradictorio nombre de «Republica Democrática de Alemania».

En estos momentos comenzó a levantarse una corriente de desconfianza contra el antiguo aliado frente al fascismo y, las noticias de la dura represión empleada para subyugar las voluntades independentistas de los países ocupados, propicio que poco a poco los Estados Unidos, y otros países occidentales comenzaran a tomar medidas contra la Rusia estalinista, provocando a la larga la llamada Guerra Fría y el temor por un enfrentamiento nuclear entre ambas potencias, que acabara con toda la Humanidad.

La gente estaba realmente asustada por los avances nucleares y tecnológicos de los soviéticos, y voces interesadas levantaron la noticia de que el mundo occidental estaba plagado de espías rusos que se apropiaban los avances tecnológico-militares y los enviaban a la URSS donde los copiaban y mejoraban.

En los Estados Unidos había personajes que explotaban interesadamente estos temores, incrementándolos.

El principal que se dedicaba a esta actividad era el senador Joseph McCarthy, que se convirtió en descubridor y acusador de espías al servicio de los rusos.

Otro interesado en fomentar este temor era Edgar Hoover, director del FBI y deseoso de espectaculares detenciones y posteriores interrogatorios de peligrosos espías norteamericanos, vendidos a los intereses soviéticos.

En 1948 McCarthy propició la creación del Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso encabezado por él, Edgar Hoover y otros senadores partidarios de sus intencionadas teorías.

Entre ellos desataba uno que tendrá influencias negativas en el futuro, el senador Richard Nixon.

Este comité tenía «becada» a una mujer alcohólica y de poca moral llamada Elisabeth Bentley, quien presumía haber sido la amante de un espía de los rusos y que, por ello, conocía a todos los confidentes de los rusos de Norteamérica, hecho que era falso.

Estos personajes interesados generaron tal psicosis a los espías, que todo el mundo los buscaba hasta en la sopa con gran espanto.

Todo empezó en Canadá donde, un funcionario de la embajada soviética llamado Igor Gouzenco, recibió noticias de Moscú de que iba a ser trasladado, por ello, acostumbrado a la agradable vida en Occidente, desertó diciendo que tenía documentos que denunciaban a todos los espías soviéticos en occidente.

Las autoridades canadienses le ofrecieron protección contra los supuestos asesinos del KGB, de los que se ocultaba en público tras una grosera máscara los cuales, supuestamente, le buscaban por traidor y que se movían por Canadá como peces en el agua.

Todo era mentira, pero la primera víctima fue un físico británico judío huido del terror desatado por la Alemania nazi y exilado en Gran Bretaña, llamado Klaus Fuchs.

Detenido por agentes del M 16, fue torturado y obligado a firmar que era espía ya que de lo contrario le condenarían a muerte y corresponsal de otro físico norteamericano llamado Harry Gold, también judío.

Lo único en común que tenían estos presuntos tos espías es que habían trabajado juntos en el Proyecto Manhattan en la Universidad de Columbia, que fue el que diseñó las bombas atómicas que se arrojaron sobre Japón, para dar fin de golpe a la II Guerra Mundial, con la rendición incondicional de este país.

Tanto McCarthy como Hoover querían estrechar el cerco sobre un matrimonio de judíos que habían pertenecido al CPUSA (Partido Comunista de los Estados Unidos) en el que, a partir del año 1940, un agente del FBI de nombre Herbert Philbrick se infiltró y dio a conocer el nombre de todos sus afiliados, entre ellos el de Julius Rosenberg, que había participado en Nueva York en un magna manifestación en favor de la II República Española, atacada por los fascistas desde 1936, aunque éste, al conocer la crueldad de Stalin, abandonó dicha militancia.

En ese nombre se centraba la diana creada por los descubridores de presuntos espías rusos.

Harry Gold, sometido a fuertes torturas, se declaró espía soviético, declaración buscada por el FBI comandado por Hoover.

Este confesó lo que querían sus captores, que recibía información de un mecánico de Los Alamos (donde se hacían pruebas nucleares) llamado David Greenglass, el cual fue detenidos, sometido a terribles torturas y que finalmente confesó lo que le dijeron sus torturadores, que era espía soviético y que pasaba la información que le daba su hermana Ethel, casada con Julius Rosenberg, a Harry Gold.

Ya se cerró el cercó que buscaban Mc Carthy y Hoover, que fingieron haberse cubierto de gloria, ya habían conseguido la imputación que buscaban para demostrar por fin el comienzo de una trama de espías soviéticos que empezaba en los Rosenberg y terminaba en Klaus Fuchs, versus la URSS.

Julius Rosenberg era un brillante ingeniero que trabajaba para una prestigiosa firma, casado con Ethel, vivían en Nueva Yorrk y tenían dos hijos todavía niños.

Sobre ellos cayó el FBI acusándolos de ser espías soviéticos con pobres e insustanciales pruebas en su contra, sometiéndolos a las habituales torturas para que se confesaran aquella pertenencia, pero esta vez los Rosenberg dijeron que no eran espías y, por lo tanto, no iban a confesarse como tales.

Detuvieron a sus vecinos y amigos Max Elicher y a Morton Sobell, los cuales no soportaron la presión y confesaron, de inmediato, pertenecer a la trama.

Aunque las pruebas que los acusaban conseguidas por el intrigante tándem McCarthy-Hoover (ambos sospechosos de homosexuales) eran, desde el punto de vista procesal, totalmente precarias, el proceso contra los Rosenberg empezó el 6 de marzo de 1951.

Este juicio fue calificado por prestigiosos procesalistas internacionales como una auténtica farsa y los testimonios de los testigos de la acusación eran incompletos y contradictorios.

Para mayor inri, el fiscal Irving Saipol fue informado por el el Fiscal General del Estado que: «el caso Rosenberg era una patraña«, pero aún así, el juez Honorable Señor Irving Kaufmann dio por buenas las acusaciones y emitió sentencia condenatoria: Morton Sobel fue condenado a 30 años por haberse declarado culpable, condena que no cumplió en su integridad. lo mismo ocurrió con David Green Glass y Harry Gold, pero el matrimonio Rosenberg fue condenado a la pena capital.

Especialistas afirman que todo el mundo sabía que la trama era una pura mentira y nadie quiso matar a nadie, pero la honradez del matrimonio declarando que no eran espías rusos, complicó las cosas y los Rosenberg esperaban en el pabellón de la muerte que alguien escuchase sus recursos, cosa que no ocurrió. Los hijos de la pareja, Michael y Robert enviaron una carta pidiéndole en balde clemencia para sus padres, escrito que el Presidente Eissenhower se negó a leer.

Millones de cartas y telegramas de todo el mundo pedían el perdón para los acusados a la pena de muerte. De nada sirvieron las peticiones de clemencia de Alberth Einstein, el presidente de la República Francesa Sr. Vincent Auriol o del Papa Pio XII. Sin embargo, nadie conmovió al presidente Dwigt Eissenhower. Incluso la Unión de Repúblicas Socialista Soviética informó oficialmente que no conocía al matrimonio Rosenberg, pero todo fue en balde.

Julius Rosember fue ejecutado en la silla eléctrica el día 19 de julio de 1953 a las 20 horas y seis minutos en la prisión de Sing Sing de Nueva York.

Diez minutos más tarde ejecutaron a su esposa Ethel.

Sus hijos quedaron en custodia del, abogado defensor, Sr. Emmanuel Bloch y luego fueron adoptados por la familia Meeropol, hoy son fervientes defensores de las memorias de sus padres naturales.

El senador McCarthy, en su constante búsqueda de espías soviéticos se metió con los militares y el Secretario de Defensa Robert T. Stephens lo puso en total ridículo en una sesión televisada a todo el país. Pronto los ciudadanos conocieron de las mentiras difundidas con respecto a los espías rusos, con la finalidad de engañarlos para que le votaran.

Además, se demostró que en aquellos años, la ciencia soviética estuvo más avanzada que la norteamericana y no necesitaron espiar nadie y, una vez que se confirmó que todo había sido mentira, sobre el gobierno y el congreso norteamericano se desplegó una inconmensurable nube de culpa y de vergüenza por haber asesinado a dos ciudadanos valientes y modélicos, los Rosenberg.

De poco sirvieron las enormes cantidades que se pagaron a sus hijos como indemnizaciones para acallar las conciencias de aquellos gobernantes que permitieron aquel crimen de estado.

El senador Mc Carthy fue expulsado del senado y termino muriendo sólo como un vagabundo, borracho y detestable.

Testigos afirmaron que el glorioso presidente Eisenhower llegó a derramar lagrimas de dolor por la tremenda injusticia que permitió y hasta el momento de su muerte le abrumó su conciencia la injusta muerte de aquellos dos valientes ciudadanos norteamericanos de nombre Julius y Ethel Rosenberg.

Manuel Dóniz García

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