José Ramón de la Morena: «Si me fuera mal, sería un perfecto imbécil si dijera que ahora no creo en el EGM»

«Para nada las noches de Onda Cero están tumbadas, esta emisora tienes muchas posibilidades». José Ramón de la Morena (Brunete, 1956) se revuelve ante la primera acometida. No es incomodidad con la pregunta ni voluntad de sacar los dientes. Simplemente, está convencido que tiene los mimbres suficientes para hacerlo más que bien en su nuevo destino.

Y eso que el reto es mayúsculo, ya que parte en franca desventaja respecto a sus dos rivales. [194.000 oyentes frente a los 472.000 de COPE y los 915.000 de la SER, los que deja él]. Y la presión es grande, porque siendo quien es, el líder de los últimos años, el número uno, solo vale ganar. También con ‘El Transistor’.

Y para reforzarse en su idea, recita de carrerilla la ‘alineación’ que le acompaña como si de un once de gala del Atleti se tratara: «aquí trabaja Julia Otero, Alsina y Juanrra Lucas por las mañanas, David del Cura,… hay gente muy buena», dice. Y añade sin más dilación: «lo que ocurre es que uno viene de posiblemente el mejor escaparate que hay, que es la SER».

EL ADIÓS A LA SER

La SER. La que parecía que sería su casa para toda la vida. Allí pasó 35 años, 27 de ellos al frente de un Larguero que ahora ha heredado Manu Carreño. Un lugar donde se hizo periodista y aprendió a hacer radio. Y al que guarda cariño, pero sin nostalgias.

No hay hueco para sentimentalismos. La SER, enfrascada en un nuevo combate, no perdió la oportunidad de clavarle un puyazo al presentar la nueva temporada de su programa nocturno: «El Larguero con Manu será ahora un programa más coral».

Sin embargo, De la Morena prefiere mostrarse respetuoso con ellos, aunque no le importa reconocer que con el cambio del amarillo al verde buscaba un «impulso personal» sobre la base de cierta desmoralización durante los últimos años.

Hacía ya cuatro o cinco años que quería cambiar algunas cosas, como por ejemplo el horario. Yo necesitaba motivarme e ilusionarme.

Había notado que los horarios de la gente eran diferentes y que la gente joven ya no se quedaba a escuchar la radio hasta tan tarde.

En la SER me dijeron que las balizas estaban muy bien donde estaban y no se atrevieron a cambiarlas, eso me desmoralizó un poco. Aquí nos lo aplaudieron desde el principio.

Su marcha, cree, que no ha supuesto ningún drama, a pesar de la fuerte vinculación que siempre mantuvo con la SER con la que sorprendentemente, no renovó:

No creo que nadie se sintiera traicionado. Fui claro y honesto. A mi equipo le ilusionaba el cambio y yo sabía que la SER no les iba a poder a hacer la oferta que sí les hacía Onda Cero.

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