Hamburgo abre sala de conciertos con excepcional acústica gracias a algoritmo

Este mes abrió sus puertas en el puerto de Hamburgo, Alemania, un inusual edificio que se yergue rompiendo la monotonía que cargueros y containers imponen en la escena acostumbrada. La mole data de los sesenta y acaba de concluirse, tras más de diez años de trabajo, la remodelación de la misma, que hoy incluye tiendas por departamento, un hotel de lujo y a la Elbphilharmonie, una sala de conciertos que gracias a la ciencia se acerca a la perfección acústica.

El complejo ha sido diseñado por la prestigiosa firma de arquitectos austriaca Herzog y De Meuron y en él se han invertido cerca de US$843 millones. En el centro del edificio se ubica la sala de conciertos, con una capacidad para 2.100 espectadores. Su diseño en forma de viñedo permite que en el hall ninguno de los asistentes esté a más de 30 m del director de orquesta, la misma que tiene un sitial al centro de la bóveda.

Los paneles creador por el algoritmo.

Gobernando este espacio por lo alto se halla colgando un masivo panel que refleja el sonido de la sala acercando a lo irreal la experiencia de la música en el lugar. La estructura de color marfil que corona el lugar consta de otros 10.000 paneles acústicos únicos cada uno en su diseño, hechos de fibra de yeso.

La forma de cada panel es singular en cada caso porque cada uno de ellos cumple con funciones distintas. Yasuhisa Toyota, un renombrado ingeniero acústico que estuvo asociado al diseño de la sala, señala que creó un mapa de sonido óptimo para el auditorio basado en la geometría de la habitación. Los paneles en la parte trasera del auditorio tendrían que absorber los ecos mientras que otros más cerca a la fuente sonora tendrían más bien que rebotarlo.

Con ello en mente los diseñadores usaron algoritmos para desarrollar la forma única de cada objeto, que se entrelaza con el resto como un gran rompecabezas sinuoso. Esta técnica conocida como diseño paramétrico permitió diseñar una gran estructura de 10.000 paneles y que estos cuenten con un millón de «celdas», pequeñas divisiones que parecen hendiduras causadas con una concha en la superficie del material. Las células, cuyo tamaño varía entre cuatro y 16 centímetros de diámetro, están diseñadas para dar forma al sonido dentro del auditorio. Como lo explica Benjamin Koren, fundador de One to One, el estudio que trabajó con Herzog y De Meuron en los paneles, cuando las ondas sonoras golpean uno, la superficie irregular las absorbe o dispersa. Ningún panel absorbe o dispersa las ondas de sonido igual que otro, pero juntos crean una reverberación equilibrada en todo el auditorio.

Koren desarrolló un algoritmo que produjo el diseño de los 10.000 paneles satisfaciendo las especificaciones estéticas y acústicas. «Ese es el poder del diseño paramétrico», dice. «Una vez que todo eso está en su lugar, le doy play y [el algoritmo] crea un millón de células, todas diferentes y basadas en estos parámetros. Tengo el 100% de control sobre la configuración del algoritmo y luego no tengo más control».

 

Hans Huerto

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