EL HOMBRE, EL INSTINTO Y LA INTELIGENCIA

Cuando el mono se comporta como un niño y el niño parece un mono

Sok, que es una mona, juega con Kunthea todos los días.

Viéndola uno pensaría que se ocupa del niño en lugar de su madre.

Comparten la comida, sin broncas ni peleas.

Y cuando el niño llora, porque tiene hambre y quiere mamar, hasta le acompaña hasta la hamaca y se tumba al lado.

EDAD E INTELIGENCIA

Los primatólogos creen que los pequeños de tres años y los simios tienen una inteligencia comparable, pero los experimentos han demostrado que existen diferencias fundamentales en la forma de adquirir y acumular conocimiento que hacen único al ser humano.

Los menores humanos colaboran y comparten información, mientras que los monos no parecen mostrar interés por cómo les va a sus compañeros.

Para los científicos, que han publicado sus resultados en la revista Science, ésta puede ser la clave de que la cultura humana se vuelva cada vez más compleja a lo largo de generaciones.

La inteligencia de los chimpancés es bien conocida.

Pueden aprender el lenguaje de los signos con un vocabulario aceptable, tienen capacidad simbólica, utilizan herramientas e incluso han demostrado ser superiores a nosotros en algunas habilidades de memoria matemática.

En un famoso experimento llamado el «cacahuete flotante», llevado a cabo por científicos del Instituto Max Plank de Alemania, niños de esa edad y monos podían obtener un premio si eran capaces de rescatar una nuez metida en una probeta, para lo que se les entregaba un vaso de agua. Animales y críos alcanzaron aciertos similares, pero los primeros se dedicaron a improvisar, mientras que los pequeños eran capaces de imitar a los que tenían más éxito.

Este experimento llega a conclusiones parecidas. En esta ocasión, científicos de las universidades de Texas (EE.UU.), Estrasburgo (Francia) y St. Andrews y Durham (Reino Unido), pidieron a niños de 3 y 4 años y a monos que armaran un rompecabezas en forma de caja si querían conseguir unos regalitos -pegatinas para los niños; zanahorias, manzanas y uvas para los monos- que se entregaban en tres etapas cada vez más difíciles. Para ello, tenían que manipular los compartimentos correctamente.

Los niños tuvieron mucho más éxito en alcanzar las etapas de más alto nivel porque, a diferencia de los chimpancés, compartieron sus conocimientos, se imitaron, se enseñaron unos a otros y se repartieron sus premios.

Los investigadores creen que este paquete de procesos psicológicos es crítico para el desarrollo de una cultura acumulativa, el conocimiento que la humanidad suma a lo largo del tiempo.

Aunque muchas otras especies, especialmente entre los mamíferos, aves y peces, adquieren conocimientos y habilidades de los demás, los investigadores creen que este comportamiento no puede asemejarse en complejidad al que realiza el ser humano.

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