PRENSA, INTERNET, PERIODISMO Y PERIODISTAS

Periodismo: la muerte de la prensa en papel

Dura apenas un minuto y medio pero merece la pena verlo.

Se llama “Paper Age” y es un vídeo en 3D en el que su creador, el alemán Ken Ottmann, utiliza papel de periódico para hacer un paralelismo entre la desaparición de los dinosaurios y el fin de la prensa en papel.

Sustituye el meteorito, que borró para siempre a aquellos animales prehistóricos, por una tableta.

Philip Meyer, profesor de la Universidad de North Carolina, afirmaba en 2005 que «el último periódico se venderá en 2043» (después rectificó y dijo que sería mucho antes, que lo de 2043 era extremadamente optimista).

Por eso, los más listos han decidido empezar a prepararse para la ocasión, como Charles M. Sennot, un ex periodista del Boston Globe que, habiendo sufrido en sus propias carnes la maldad de la crisis, decidió, junto al empresario Philip S. Balboni, montar Globalpost.com, una web con 65 periodistas trabajando en 45 países y que el diario The New York Times considera la gran esperanza blanca del sector: una iniciativa seria, de solvencia contrastada y con recursos más que notables.

Esta página ha osado pedir 200 dólares para aquellos que quieran leer sus artículos estrella y, en el colmo de los colmos, pretende que lo de pagar se convierta (nunca mejor dicho) en moneda de uso común. Pagar en Internet. Qué desfachatez.

¿EL FIN DE LOS PERIÓDICOS?

Los diarios impresos están heridos de muerte. Sus índices de circulación acumulan 15 años consecutivos de repliegues.

En ese periodo, han perdido más de las tres cuartas partes de la tirada.

En 2007, El País, El Mundo, ABC y La Razón tenían una difusión de conjunta de 1,15 millones de ejemplares diarios. Actualmente, todos sumados, no llegan a los 300.000

2020 fue el último año en el que un periódico generalista rebasó la barrera de los 100.000 ejemplares diarios de difusión.

Esta disminución, no obstante, no parece ser un hecho aislado, ya que los datos más recientes sobre el consumo de prensa en el país dejan en evidencia una tendencia recesiva general que se viene repitiendo en los últimos años.

El desolador panorama que vive el sector no es exclusivo de España. Es un fenómeno de escala planetaria.

Han transcurridos cuatro siglos desde que salió de las imprentas el primer periódico.

La cruda realidad indica hoy que los medios de papel tienen fecha de caducidad.

Es decir, que dentro de unos pocos lustros habrán desaparecido prácticamente del mapa.

La prensa nacional es una pálida sombra de lo que fue poco tiempo atrás. Alcanzó su apogeo en 2007.

Tras ese hito, sobrevino de inmediato la crisis económica. Y en el intervalo 2008-2015 echaron el cierre casi 400 diarios y revistas. En consecuencia, más de 12.000 profesionales del periodismo pasaron a engrosar las filas del paro.

Después, la recesión general se fue esfumando y el país tornó a crecer.

Pero los rotativos siguen encadenando un desplome tras otro.

A estas alturas del siglo XXI, la distribución y consumo de prensa se ha desmoronado a los niveles existentes en los años 70 del siglo pasado.

El naufragio se explica sobre todo por la irrupción de los medios de internet. Las noticias en línea se pueden consultar desde cualquier lugar del mundo. Además, se actualizan de forma constante. Los lectores llegan a los digitales gracias a los ordenadores, las tabletas y, sobre todo, los teléfonos móviles. Estos últimos aportan el 75% de la audiencia.

Los jóvenes han desertado en masa de las publicaciones impresas. Hoy es casi imposible verlos de compradores en los quioscos.

El prestigioso periodista Martin Baron, director de The Washington Post, auguró hace poco que los órganos mediáticos clásicos se encaminan hacia la extinción.

“Los periódicos en papel no van a sobrevivir. Habitamos en un mundo digital dominado por el teléfono portátil.

La gente lee las noticias mientras camina por la calle, mientras espera el autobús, mientras hace cola en el supermercado. La mayoría de los ciudadanos, y especialmente los jóvenes, recibe la información de manera digital y a través de las redes sociales. Esa es la realidad, y tenemos que vivir en ella”.

El propio Baron apunta que obviamente tal medio todavía subsistirá por un tiempo.

“Lo cierto es que no hay muchos indicios de que el papel vaya a ser el futuro. Y sin embargo, hay abundantes pruebas de que el papel puede no ser el futuro”.

A título de resumen, creo –por lo derecho y en román paladino– que la situación se presenta bastante sombría, por no decir que revestida de un intenso tono azabache.

 

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