Encuestas: Y estos inútiles, encima cobran

Más allá de elegir un nuevo Gobierno, la campaña del 26-J de 2016 ha servido para certificar el problema que hay con las encuestas electorales.

Todavía con la resaca electoral, politólogos y expertos demoscópicos analizan el pinchazo de Unidos Podemos y el inesperado repunte del PP.

«Han podido pasar tres cosas: los electores han mentido, ha habido un cambio de preferencias de última hora o bien las encuestas han sobreestimado al electorado movilizado», explica Berta Barbet, doctora en Ciencias Políticas y experta en comportamientos y opiniones públicas, quien se inclina por la última opción. «No se identificó al electorado desmovilizado, sobre todo al de Unidos Podemos».

Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, considera acertada la tesis de Barbet.

«La desmovilización del electorado de Unidos Podemos es una posible explicación». «El resultado de Ciudadanos y PSOE estaba más o menos dentro de lo esperado. Lo que ha sorprendido es el PP y Unidos Podemos».

A su juicio, era «extraño» que todas las encuestas arrojasen los mismos resultados y cree que urge una reflexión por parte de las empresas demoscópicas: «Es preocupante el desvío que hemos visto estos días».

La desmovilización del votante de Pablo Iglesias es un diagnóstico que también comparte Narciso Michavila, sociólogo y presidente de GAD3.

«Las encuestas nos decían que había un electorado que parecía muy movilizado y en realidad no lo estaba», explica, al tiempo que señala que es necesario un análisis más reposado: «El electorado español es moderado, no de extremos».

Con las altas expectativas que generaron las encuestas, Unidos Podemos afronta ahora un importante ejercicio de autocrítica que les permita detectar por qué les han abandonado casi un millón de votantes.

«El elector de Podemos es exigente, está formado y muy pendiente de lo que hace su partido».

Los de Pablo Iglesias, que se las prometían muy felices y a media jornada estaban ya repartiéndose ministerios de lo que iba a ser su Gobierno y salones de La Moncloa, admiten que no saben qué ha podido pasar.

En la misma línea que Michavila se mantiene José Miguel de Elías, director de investigación de Sigma Dos, quien comparte gran parte de sus tesis: «Cuando Podemos e Izquierda Unida se unieron, detectamos que fue positivo, aunque esa ilusión luego no se ha materializado en votos».

Las ‘infalibles’ israelitas

Los importantes desvíos en las encuestas electorales en general y de las israelitas en particular han reavivado el debate sobre la utilidad de estos sondeos en caliente.

«El elector no miente. Hay que tener en cuenta que las encuestas a pie de urna son especialmente complicadas en España», señala Michavila.

Por su parte, Simón es partidario de acabar con las encuestas a pie de urna hechas por entes públicos: «Si una empresa privada quiere hacerlo, ningún problema».

«Es algo que caduca a las pocas horas. ¿De qué sirve gastar un dineral en algo que encima no acierta?».

Barbet también considera que el dinero público que se paga por estos sondeos es «obsceno» si se tienen en cuenta su eficacia y relevancia: «Las encuestas siempre tienen sentido, pero si te gastas una importante cantidad de dinero, tiene que valer la pena».

Ambos politólogos recuerdan la encuesta a pie de urna de las elecciones de diciembre, un sondeo que costó casi medio millón de euros y que pronosticó unos resultados muy alejados de la realidad.

«Quizá sería más útil hacer un seguimiento a una serie de electores durante la campaña. Si analizamos su comportamiento, podríamos extraer datos muy interesantes», propone Simón como alternativa.

RTVE ha declinado revelar el coste de la encuesta realizada de forma conjunta con FORTA y donde no acertaron ni una, aunque la cantidad supera los 300.000 euros.

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