GENTE DE LA TELE

Los electrodomésticos están programados para no durar ni 5 años pero está bombilla lleva encendida 120 años

El vídeo va del vestido de infarto con el que la presentadora Sara Escudero e presentó en el FesTVal de Vitoria, pero la nota va de electrodomésticos,  los que la presentadora ha dedicado un reciente espacio en LaSexta.

Sara Escudero explicó en ‘Reality Shock’ cómo luchar contra la caducidad programada.

La obsolescencia programada es eso que las empresas hacen para que a sus productos se les acabe la vida útil y a ti la paciencia.

La esperanza de vida de los productos se reduce cada vez más, y no es por casualidad: las lavadoras se estropean al cabo de unos 11 años, las aspiradoras están obsoletas a los cuatro años y los ordenadores no duran más de tres años.

En la actualidad, el 10% de los grandes electrodomésticos son remplazados antes de los cinco años.

Pero no siempre fue así: en 1940, cuando se descubrió el nylon, las medias se convirtieron en irrompibles. En el siglo XIX las bombillas duraban décadas, e incluso hay una en un parque de Bomberos de California que sigue encendida tras más de 120 años.

Hace varias décadas los electrodomésticos eran como los matrimonios: para toda la vida.

Pero, ¿cuándo pasamos de tener una televisión para toda la vida a una para cada mundial de fútbol?

Todo cambió el 23 de diciembre de 1924, ese día algunos fabricantes de bombillas crearon el cártel Fibus, que acordó que las bombillas se fundirían al llegar a las mil horas de alumbrado.

A partir de entonces se creó una nueva era de consumo basada en comprar, usar y tirar.

La obsolescencia programada se ha ido refinando con los años: ahora los productos no sólo duran menos, sino que también son casi imposibles de programar.

De hecho, el 77% de los ciudadanos de la UE preferiría no tirar tantos bienes, pero lo hace porque no puede arreglarlos.

Este sistema le viene muy bien a los empresarios, pero muy mal para los bolsillos.

Una familia de cuatro miembros se gasta a lo largo de su vida 60.000 euros derivados de la obsolescencia.

El planeta tampoco sale bien parado: la caducidad programada genera 50 millones de toneladas de residuos al año y 48 millones de toneladas de CO2 anuales.

Algunos gobiernos han plantado cara a estas prácticas abusivas: Italia sancionó a Samsung y a Apple a pagar cantidades millonarias por ralentizar los móviles más antiguos.

Pero, ¿qué podemos hacer nosotros?

Los expertos hablan de reutilizar los productos, repararlos, reciclarlos y reducir el consumo.

LA BOMBILLA ETERNA DEL PARQUE DE BOMBEROS

El 13 de enero de 1972, el periodista Mike Dunstan del Herald News escribió un artículo titulado: «Bombilla de luz sería la más antigua de la Tierra».

Dunstan se había propuesto investigar lo que hasta entonces era una leyenda dentro del cuartel de bomberos número 6 de Livermore, California.

Nadie sabía con precisión la antigüedad del foco, pero sí estaban seguros de que los iluminaba desde hacía décadas.
Dunstan, luego de su investigación, dio con un hallazgo sorprendente.

La bombilla en cuestión pertenecía a Shelby Electric Company, la empresa fundada por Adolphe Chaillet, y desde 1901 que resplandecía casi sin interrupciones.

El foco original de 60 watios -aunque hoy es inferior a los 4- había sido confeccionado a fines del siglo XIX y donada por Chaillet al departamento de bomberos a comienzos del siglo XX.

En 2001, cuando cumplió los 100 años de existencia, pasó a ser reconocida como «la bombilla centenaria».

El libro de los Record Guinness, por su parte, aceptó la marca del foco que solo dejó de brillar en 1976 cuando la sede del cuartel de bomberos se desplazó a nuevas instalaciones. Fueron 22 minutos de interrupción en los que una escolta policial secundó a la reliquia para resguardar su seguridad.

La bombilla abandonó su condición de pequeña luz y se transformó en un tesoro californiano.

A tal punto que hoy cuenta que una cámara que la filma y transmite durante las 24 horas para certificar que sigue encendida. Tiene una página web y una de Facebook exclusivamente destinada a ella.

La pregunta es obvia: ¿cómo es posible que la bombilla resistiera iluminada durante tanto tiempo?

La ciencia, una y otra vez, intentó esclarecer el misterio. Debora Katz, física de la Academia Naval de Estados Unidos, se propuso en 2007 analizar en forma pormenorizada la bombilla para encontrar un sustento científico a su increíble durabilidad. Para ello, compró una bombilla de Shelby de la misma colección.

La investigadora encontró diferencias sustanciales entre las bombillas de principios de siglo XX y las actuales.

«La bombilla de Livermore se diferencia de dos formas de una bombilla incandescente contemporánea. En primer lugar, su filamento es unas ocho veces más grueso que el de una bombilla actual. Y en segundo lugar, ese filamento, posiblemente hecho de carbono, es semiconductor».

La bombilla centenaria es monitoreada por una cámara las 24 horas

Que sea semiconductor, detalló la especialista, quiere decir que una vez que la bombilla se calienta se convierte en un conductor superior, a diferencia de lo que sucede con las otras que, al calentarse, pierden funcionamiento.

La hipótesis de Katz indica que la «bombilla centenaria», al ofrecer menos luz -menos potencia- que las demás, también proporciona mayor durabilidad.

A menor gasto energético, mayor extensión en el tiempo. Sin embargo, los 115 años no encuentran respaldo contundente:

«La física tendría que haberlo resuelto. Quizás haya algo casual con esa bombilla en particular».

La bombilla, por su parte, sigue brillando. Y cuenta con su propia página web y página en facebook.

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