El Estado Islámico (EI) dispone de su propio negocio petrolífero, aunque sea en forma de contrabando. El grupo armado ha ocupado tanto en Irak como en Siria numerosos pozos y refinerías y se sirve de ellos en principio para su propia logística. Precisamente, los ataques aéreos estadounidenses se han centrado en las refinerías para impedir que puedan convertir el petróleo en carburante y en un sistema de exportación.