El francotirador implacable que caza malandros desde su helicóptero

Los datos de muertes violentas en Brasil no remiten. En el último año con datos disponibles, hubo 42.416 muertos por armas de fuego, el peor balance desde 1980, cuando el Ministerio de Salud comenzó a elaborar el Mapa de la Violencia, cuyo último informe fue presentado este jueves.

Mientras, el Parlamento brasileño discute una propuesta para liberalizar la venta de armas.

El Mapa de la Violencia arroja más datos alarmantes: las balas se ceban más (y cada vez más) en la población negra de Brasil. Entre 2003 y 2012, el número de personas blancas muertas por disparos descendió un 23%. Sin embargo, el de personas negras aumentó un 14,1%.

Martin Sampaio, coordinador de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Brasil (OABSP) considera que este informe «niega el mito de la democracia racial en Brasil».

La razón de esta disparidad es económica:

«En teoría, los sectores de áreas más adineradas cuentan con una seguridad doble: pública y privada. Los que viven en las periferias de las ciudades, preferiblemente negros, sólo cuentan con la del Estado, normalmente reducida».

«Brasil mata en la educación, en la falta de vivienda digna, en la salud pública, que es una auténtica fábrica de matar gente, y en la seguridad», asegura Débora da Silva, fundadora de un grupo de madres, Mães de Maio (Madres de Mayo), cuyos hijos han sido víctimas de la violencia policial.

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