Una brutal broma para ladrones y sobre todo, un experimento social de lo más interesante.
Y es que al abrir el bolso o la cartera, para sustraer algo de valor, se activa por control una bomba de pintura.
Lo asombroso no es la cantidad de gente ‘amiga de lo ajeno‘ que hay por la calle, sino la ‘naturalidad‘ con la que que intentan llevárselo. Y sin distinción de edad, sexo, raza y hasta condición económica.