Sillas, hasta con candado, colgadas o amontonadas en el muro del paseo a la hora de comer o durante la noche. Es lo que sucedía en la playa de Sanxenxo, en Pontevedra. El Ayuntamiento cree que la acumulación de sillas deteriora las escaleras así que ha puesto fin a una práctica que el Partido Popular ha permitido durante los últimos años cumpliendo la amenaza y llevándose las sillas por una cuestión de imagen.