Los rojiblancos cumplieron este 24 de noviembre de 2016 su objetivo en un partido destartalado, muy del estilo del disputado hace tres semanas ante el Genk. De nuevo, hubo que sufrir hasta el pitido final y a nadie le extrañó teniendo en cuenta la falta de solidez defensiva que mostró el equipo, al que volvieron a sacarle las castañas del fuego Raúl García y Aduriz. Los de siempre, vaya. Ellos firmaron la clasificación.
Lo que no entraba con toda seguridad en los cálculos de Valverde era que sus jugadores comenzaran ayer el partido pegándose un tiro en el pie con uno de los autogoles más tontos del año. Defrel no debió irse solo por la banda izquierda, la única por la que buscó algo el Sassuolo en el arranque, pero ese error no fue nada comparado con el de Herrerín, al que se le escapó un balón sin mayor dificultad , y sobre todo con el de Balenziaga. Habrá que pensar en un acto reflejo, producto de los nervios, o en un apagón momentáneo de su cuadro de luces. El caso es que el lateral de Zumarraga, en lugar de despejar, chutó con fuerza contra su portería. Los rojiblancos se fueron rápido a por el balón y lo depositaron en el centro del campo dándose ánimos los unos a los otros. No ha pasado nada. Gajes del oficio. Le puede pasar a cualquiera. Estos eran los mensajes.
En realidad, sí que había pasado algo y se comprobó en la actitud del Athletic, que pisó el acelerador en busca del empate. Lo quería sin mucha demora, consciente de que cada minuto que pasara con el marcador en contra era una inyección de moral para los italianos. Y lo consiguió en el minuto 9, cuando Raúl García conectó un perfecto cabezazo picado tras un córner muy bien puesto por Beñat. La jugada tuvo toda su lógica. La tuvo que marcara el navarro. Teniendo en cuenta lo bien vigilado que estaba Aduriz, que no olió el balón en toda la primera parte, ¿quién más podía hacerlo? Y la tuvo que llegara en un córner, una jugada que el Athletic no se cansó de ejecutar durante todo el choque. Hasta 16 forzó.
Se podría decir que los rojiblancos se pasaron la primera mitad forzando córners. Su juego ofensivo no dio para más. Aunque su dominio era absoluto y el Sassuolo se estiraba poco y sólo asustó con un disparo cruzado de Ragusa en el minuto 13, al Athletic le faltaba finura en la última pincelada. Casi todos sus llegadas, las que no terminaban con un saque de esquina, lo hacían con un borrón. No se forzaban situaciones para poner buenos centros desde las bandas, Beñat no veía rendijas en el muro italiano, los desplazamientos largos de Laporte para las peinadas de Aduriz y Raúl García no eran de provecho… Es cierto que Consigli tuvo que emplearse con oficio en sendos disparos de Williams y Muniain, pero el 1-1 con el que se llegó al descanso no fue ninguna sorpresa. Y era un resultado inquietante, valiosísimo para el Sassuolo, ya que le permitía depender de sí mismo en la última jornada.
