App para Google Glass entrena a niños autistas para tener mejores conversaciones

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA), el mismo que comienza a manifestarse en la infancia para agudizarse en la adolescencia y edad adulta. Dependiendo del grado de la enfermedad, algunas casos extremos requerirán supervisión y cuidados permanentes de por vida, mientras que otros leves permitirán al paciente desenvolverse socialmente con relativa solvencia sin mayor asistencia. El tratamiento de su comportamiento y programas de entrenamiento para padres, pueden aumentar las chances de su calidad de vida.

A la gama de herramientas en este terreno se suma ahora el prototipo de una aplicación para Google Glass, un dispositivo de visualización creado por Google. Se trata de unas gafas de realidad aumentada que, con esta app, servirán de entrenador de habilidades sociales para niños con TEA.Un estudio del Instituto de Biomateriales e Ingeniería Biomédica de la Universidad de Toronto publicado en la revista de acceso abierto Frontiers in Robotics and AI revela que la tecnología portátil puede reconocer los mensajes vertidos en una conversación y proporcionarle al usuario respuestas adecuadas,según recoge Hans Huerto en N+1.

Aunque estos lentes fueron inicialmente descontinuados por Google, por su negativa recepción entre el público, a mediados de este año se supo que Google junto a otras 11 firmas retomaría la comercialización del dispositivo.

Azadeh Kushki, profesor asistente del proyecto, señala que en las pruebas de la app se demostró «que los niños [que emplearon la tecnología] disfrutan interactuando con ella».

Los niños con trastorno del espectro autista a menudo se sienten atraídos por los dispositivos tecnológicos, por lo que constituyen herramientas altamente motivadoras para realizar intervenciones diseñadas para ayudarles. No obstante, su uso puede ser contraproducente en la medida en que puede tener el efecto contrario a su objetivo y aislar más bien al usuario.

En este caso, «los niños pueden practicar sus habilidades fuera de sus sesiones de terapia normal y ello puede proporcionarles una mayor independencia en las interacciones cotidianas».

Así funciona Holli, la app en cuestión: si el usuario, por ejemplo, es recibido por una persona que le dice «Bienvenido», Holli le proporcionará varias respuestas para elegir, cuyo texto se mostrará en la cara interna del lente del visor, como «Hey», «Hola» o «Tarde». Cuando Holli reconoce la respuesta del usuario, los mensajes desaparecen y Holli espera el siguiente intercambio en la conversación.

Para evaluar la utilidad del prototipo de software, los investigadores pidieron a 15 niños con TEA que fueran guiados por Holli al interactuar socialmente. Vieron que Holli podía completar la mayoría de las conversaciones sin error, y que los niños podrían seguir las indicaciones para llevar a cabo una interacción social. De hecho, Holli a menudo era capaz de entender lo que el usuario estaba diciendo antes de que terminara de decirlo, lo que ayudó a que la conversación fluyera naturalmente. Además de demostrar su viabilidad, los niños también dijeron cuánto les gustaba usarlo; disfrutaron de las indicaciones y las encontraron fáciles de seguir.

Se espera que Holli a posteriori pueda aprender diversas configuraciones de respuestas para distintos usuarios individuales, tales como cambiar la ubicación, el tamaño y el medio, para satisfacer las preferencias y habilidades únicas de cada niño.

«La tecnología tiene un tremendo potencial para cambiar la forma en que pensamos en la prestación de servicios a las personas con TEA. Puede aumentar las intervenciones cara a cara existentes para hacer los servicios accesibles de manera oportuna y rentable y ayudar a aumentar la eficacia del tratamiento», concluye el profesor Kushki.

 

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