Las 10 escenas de sexo más divertidas de la Historia del Cine

No todo tiene que ser tremendo o terrorífico en el cine.

Dice la Ley de Kerensky que toda invención tecnológica acabará siendo utilizada para ver porno y en el caso del cine desde luego no se perdió el tiempo: ya en 1896 fue rodada una escena tan picante como Le Coucher de la Mariée.

Y dice Javier Bilbao en Jot Down que tras esa hermosa joven enseñándonos las enaguas la cosa se desenfrenó en una audaz carrera por ver quién llegaba más lejos.

Veamos los ejemplos no necesariamente más sugerentes, pero sí los más extravagantes y ocurrentes:

The Room

Hay películas que llegan a ser tan endiabladamente malas que se convierten en cine de culto, en tal subgénero ocupa un lugar privilegiado The Room. Verla es toda una experiencia (traumática) en la que uno llega a plantearse primero qué está haciendo con su vida y después cómo es posible que su pésimo actor y aún peor director, Tommy Wiseau, lograse reunir seis millones de dólares para su rodaje. Nadie lo sabe. De hecho hay quien especula con que se trató de una operación de blanqueo de dinero. La parte positiva es que dio lugar a The Disaster Artist y también a esta simpática escena, que se adentra en territorios hasta entonces inexplorados por creador alguno en el ámbito de la horterada. Para verla en bucle.

Barbarella

En un futuro lejano, un científico loco llamado Durand Durand ha inventado un rayo positrónico que puede hacer peligrar la paz en el universo. La heroína interpretada por Jane Fonda recibe la misión de ir en su busca, pero al encontrarlo este pretende matarla de gusto con la «Máquina Excesiva». Gran error, pues Barbarella es sexualmente insaciable y acaba fundiendo el aparato. Una idea la del Orgasmatrón que más adelante retomarían El dormilón o Demolition Man .

Marquis

Si mencionamos a Topor probablemente la mayoría pensará en alguien distinto al artífice de El planeta salvaje, un imaginativo dibujante, escritor y cineasta estrechamente vinculado a Arrabal y Jodorowski que en 1989 desconcertó al mundo con esta versión libre de las historias del marqués de Sade. En ella los actores portaban grandes máscaras de aspecto animal y el protagonista tenía como alter ego a su propio pene, con el que mantiene profundas conversaciones sobre el amor, el deseo y la existencia.

Howard el pato

Faltan unos días para el estreno de Vengadores: Infinity War e incluso en semejante crossover de personajes tan variopintos alguien como Howard el pato sería difícil de encajar. No tanto porque no pertenezca a nuestro mundo (se supone originario de Duckworld) sino porque su mera existencia en la ficción es incomprensible. Es un muñeco que parece más bien un premio de consolación de la caseta de tiro de una feria, carente de carisma, gracia o interés alguno, siendo una constatación de ello su fracaso en taquilla …. y sin embargo ostenta el mérito de ser la primera adaptación al cine de la Marvel (Conan el bárbaro no es creación original suya) e incluso de forma indirecta cabe atribuirle el nacimiento de Pixar. Pero el colmo de la extrañeza ante este pato gigante es situarlo, además, como protagonista de una escena erótica.

El reportero

Las escenas de sexo en el cine comercial han sido tradicionalmente muy engañosas. A menudo han consistido en algún beso fogoso, el amago de desvestirse y un fundido en negro, que se abre con la pareja ya satisfecha, fumando (eso hasta los noventa) y con las sábanas tapándose incomprensiblemente hasta las axilas. Pero cuando no hay elipsis es casi peor, dado que todas las escenas transcurren en cámara lenta, luz tenue y éxtasis continuado. Algo así. Claro que puestos a ponerse estupendos, qué mejor entonces que este momento en el que los protagonistas cabalgan en unicornios entre arco iris.

El consejero

El coche es un lugar muy socorrido para estas ocasiones, lo malo es que siempre acaba apareciendo algún asesino en serie o monstruo aguafiestas en mitad de la faena. Por suerte no fue este el caso y Javier Bardem pudo contemplar fascinado el espectáculo y nosotros con él. Quien fuera parabrisas.

La fiesta de las salchichas

Aquí estamos ante una de las mayores trampas para padres de los últimos años. Da igual que las críticas advirtieran de que se trataba de una película para adultos, al fin y al cabo ¿quién las lee? Era una cinta de animación protagonizada por productos de supermercado, no había motivos para sospechar. Comenzaba uno a verla y a lo largo de la trama los guionistas ya habían dejado indicios de que algo turbio les pasaba por la cabeza, pero llegado este momento se recrean con tal detalle en esta orgía de sexo y comida que desde luego dejaron a pocos indiferentes. Por lo demás la historia jugaba con cuestiones filosóficas interesante en torno a la muerte que ya analizamos en su día.

El sabor de la sandía

La premisa argumental ciertamente no lleva a engaño: hay una gran sequía en Taiwán y las autoridades recomiendan beber zumo de sandía. A partir de ahí los espectadores no pueden sorprenderse si lo que se les muestra no tiene demasiado sentido, está poco hilado o directamente es una completa majadería oligofrénica. Se trata de una sucesión de números musicales extravagantes y escenas eróticas aún más raras, como la que abre la película y también este vídeo.

Un pez llamado Wanda

Fue una de las mejores comedias de los ochenta y, si me apuran, de todos los tiempos. El personaje de Jamie Lee Curtis tenía una particular querencia por el acento de otros idiomas y su novio no desaprovechaba la ocasión de pulsar esa tecla. Al menos hasta que ella conoce a Archibald, que además de italiano sabe ruso.

Society

El género de terror ha recurrido con frecuencia al sexo de una u otra forma. Al fin y al cabo su público mayoritario es el adolescente y hay que darle lo que pide, pero también cuenta con una lectura a un nivel más profundo por todo lo que simboliza como tentación y peligro. Invariablemente cuando vemos a una pareja afanados en la tarea sabemos que les queda poco tiempo de vida, e incluso el momento del éxtasis coincide con el de la muerte. A veces las propias escenas de sexo resultan ser una aterradora forma de tortura y otras el malo es todo carne fundida y viscosidad con oscuras connotaciones eróticas. No es casualidad por tanto que el director de Society encontrara su inspiración en un cuadro titulado precisamente El gran masturbador.

El regreso de la cosa del pantano

En relación a lo anterior, otro cliché del género de terror que ha dado mucho juego es el vínculo entre el monstruo y la chica elegida como víctima, a la que acostumbra a acechar para raptarla con un propósito que no parece ser el de comérsela. Aquí vemos que la Cosa, consciente de no ser demasiado guapo, además le ofrece droga para que se le haga más llevadero el intercambio de fluidos.

Vagina dentada

Como contrapartida del monstruo que rapta chicas tenemos también el mito recurrente en diversas culturas de la vagina dentata que va por ahí emasculando hombres. La protagonista comienza formando parte de un grupo cristiano de abstinencia sexual, aunque cambiará sus hábitos para desgracia de sus amantes o de quienes intentan abusar de ella.

En el punto de mira

¿Por qué mantener separadas las escenas de acción y las de sexo cuando pueden combinarse? Esa brillante idea debió cruzar la mente del director y guionista, así que ahí tenemos a Clive Owen y Monica Bellucci entregados mientras acribillan a los asaltantes.

Crank: veneno en la sangre

«No es por vicio ni por fornicio, sino para dar un hijo a tu servicio» se rezaba antiguamente antes de cumplir con el débito conyugal y algo parecido podría decir aquí el protagonista, dado que ese arrebato en pleno barrio chino no es por deseo ni por exhibicionismo sino para mantenerse con vida, puesto que en el momento en que disminuya su nivel de adrenalina morirá a causa del veneno que le corre por las venas.

La boda de mi mejor amiga

Concluimos con una escena que al menos en comparación con las anteriores es relativamente rutinaria en su ejecución, siendo en realidad lo destacable el protagonista… ¿Qué está haciendo ahí un tipo tan circunspecto como Don Draper? Sin embargo, paradojas de la vida, hace unos días nos enterábamos que el actor que lo encarna, Jon Hamm, comenzó su carrera en el cine porno.

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