Garzón-Iglesias: El Duo de la Bencina ha resultado un fiasco

Hay en los liderazgos de los nuevos partidos un componente narcisista que dificulta su comprensión de la realidad al interpretarla desde una autoestima agrandada.

Se trata de un rasgo de política adolescente acentuado por la costumbre de una sobrevaloración mediática y demoscópica.

El rápido crecimiento de estas fuerzas recientes, transportadas en volandas al estrellato televisivo, ha generado entre sus dirigentes una burbuja de autocomplacencia que acaba de sufrir el domingo un severo pinchazo de contraste.

La capacidad de procesar la decepción como prueba de madurez constituye un elemento natural del desarrollo; de la medida en que sepan evaluar su umbral de tolerancia a la frustración depende en gran parte su correcta adaptación al sistema político que ellos mismos están configurando con una eclosión que aún necesita ciertos ajustes de aprendizaje.

El patente narcisismo de sus líderes ha llevado a Podemos y a Ciudadanos a severos errores de interpretación en esta campaña. El más grave ha sido el de sobrestimar su penetración en el tejido social, deslumbrados por el reflejo adulador de la políticaespectáculo y las redes sociales.

España no es sólo Twitter, donde apenas un 17 por ciento de la población tiene cuenta. España no son sólo las grandes capitales. En España viven millones de personas con una memoria biográfica muy sólida que no se modifica con el ruido de las tertulias.

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