EL VIAJERO IMPENITENTE

Maternidad: Si quieres quedarte embarazada y ser madre, viaja a La Habana

La tumba más popular, la más querida y respetada del Cementerio de Colón en la Habana, es indudablemente la de La Milagrosa.

Ha alcanzado una enorme fama a lo largo de los años por conceder milagros a muchísimas personas, principalmente madres que como último recurso han acudido a ella en busca de protección para sus hijos, salud o para rogarle la posibilidad de poder engendrarlos.

Nunca faltan flores en esa sencilla y modesta bóveda, ni faltan personas que van a hacer peticiones o respetuosamente a saludar a la famosa mujer

La de Amelia Goyri es una triste historia de amor que se convirtió en leyenda para siempre.

Amelia Goyri de la Hoz desde muy joven estaba enamorada de José Vicente Adot Rabell, el que correspondía a su amor, pero debido a la posición social inferior del muchacho sus padres se oponían rotundamente a esta relación.

Por eso es que Amelia tuvo que esperar a la muerte de su padre, para poder casarse con el hombre que de verdad amaba.

Apenas había transcurrido un año del matrimonio cuando en el primer parto sobrevienen complicaciones debido a la hipertensión y mueren ambos, la criatura y la madre que apenas tenía 23 años.

Esto sucedió el 3 de mayo de 1901, día que los cristianos celebran el Día de la Santísima Cruz.

La escultura de Amelia, la Milagrosa.

Amelia fue enterrada en una modesta bóveda del Cementerio Colón ya que el esposo se opuso a que fuera sepultada como le correspondía por su rango social, en el lujoso panteón de los Marqueses de Balboa.

Según era costumbre en la época la mujer fue enterrada con la niña que nació sin vida colocada a sus pies.

Estaba el esposo tan enamorado, que aquel fallecimiento casi trastornó su razón.

Se cuenta que visitaba su tumba dos y tres veces al día, tocando en el mármol con una de las argollas para despertar a su amada y la siguió visitando diariamente durante 40 años hasta la fecha de su muerte.

La triste historia de José Vicente llega a oídos de su amigo el artista cubano José Vilalta Saavedra, el mismo autor del monumento escultórico encima de la portada del cementerio, del Monumento a José Martí en el Parque Central, el Monumento a los ocho estudiantes de medicina, el Monumento a Francisco Albear en la plaza de su nombre y de muchas otras obras, quien al enterarse del suceso se ofreció para crear una escultura a la mujer.

En ese momento el artista se encontraba en Italia, por lo que solicito al esposo le enviara una fotografía para que quedara lo más parecida posible. Allí mismo hizo la obra con mármol de Carrara y la trajo a Cuba personalmente en 1909.

El resultado es la escultura que adorna hoy la tumba, en ella aparece una mujer joven cuya vista se dirige hacia lo alto con los atributos alusivos a la Fe y la Caridad, carga a un niño con un brazo y con el otro sostiene una cruz.La cruz tiene un gran significado porque Amelia murió el 3 de mayo, el día de la Santísima Cruz.

Dicen que el día que se situó la escultura en la tumba, Amelia reencarnó en aquella figura de mármol.

A partir de ese momento José Vicente que acudía a diario a la tumba, incorporo un nuevo ritual, cuando se iba a marchar se retiraba lentamente sin darle la espalda.

Es por eso que hasta el día de hoy los creyentes después de hacer una petición a Amelia, se retiran de esa misma forma.

La Milagrosa, en el cementerio de Colón, en La Habana.

Comienzo del mito de La Milagrosa

Años después en 1914 cuando Amelia llevaba 13 años de muerta, fallece el padre de José Vicente y se decide enterrarlo en la misma bóveda que Amelia, para lo que se procede a exhumar sus restos.

José Vicente pide estar presente para ver a Amalia por última vez y con estupor descubren todos los presentes que los dos cuerpos estaban intactos y que Amelia estrechaba a la criatura entre sus brazos.

Después de eso se tapió nuevamente la bóveda y se conservó intocable hasta nuestros días. Este suceso se propagó por toda la ciudad y el país.

A partir de ese momento Amelia se convirtió en «La Milagrosa» y la protectora de las futuras madres, madres y niños, a quien concede milagros.

José Vicente murió en 1941 y de acuerdo a sus deseos fue enterrado junto a su amada.

La famosa argolla de la tapa de la bóveda que toco durante 40 años despareció, pero aún se mantienen los otras tres que los fieles día a día tocan para despertar a Amelia y hacerles peticiones con mucha fe.

El cementerio de Colón, en La Habana (CUBA).

La tumba de la Milagrosa actualmente

La tumba de Amelia Goyri de la Hoz, La Milagrosa, es un lugar sagrado, venerado y muy respetado por creyentes y no creyentes.

Su imagen es conocida fuera y dentro del país.

Hoy a la tumba restaurada nunca le faltan flores y diariamente a ella acuden miles de personas que esperan su turno pacientemente para tocar la lápida de mármol, pedirle a La Milagrosa por sus hijos y retirarse respetuosamente sin darle la espalda a la estatua de la mujer que todo lo escucha.

El Día de las Madres es casi imposible acudir a este lugar debido a la gran cantidad de visitantes.

Con la autorización de los propietarios de la tumba, ofrendas como ropas de bebito, biberones, juguetes y hasta dinero, que dejan los creyentes sobre la lápida del panteón, son llevados con extrema humildad, por una persona regularmente a la congregación de Santa Teresa, en su sede del Vedado donde se destinan en fines de beneficencia.

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