Es matemático. Huelen la cercanía del 12 de octubre, día de la Hispanidad, y los más recalcitrantes antiespañoles sufren una especie de alergia que les hace decir y proponer todo tipo de disparates.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ex okupa a sueldo del convergente Xavier Trías y adalid de los derechos humanos, propone borrarle el nombre a la plaza de la Hispanidad para convertirla en Plaza de Pablo Neruda con el argumento de que la ciudad no puede ‘albergar’ recuerdos de quienes perpetraron lo que esta edil populista entiende como un genocidio.
Pero ya que la política podemita tiene ese afán voluntarioso de erradicar la ‘leyenda negra’ de Barcelona, vamos a sugerirle algunas ideas aparte de querer cambiar el nombre de la Plaza de la Hispanidad porque, aunque ella no lo sepa, hubo catalanes genocidas que también se dedicaron y sacaron provecho del tráfico de esclavos:
Por ejemplo, ¿será capaz Ada Colau de cambiarle el nombre de la plaza Antonio López, un negrero catalán? Este personaje explotó hasta la saciedad a los esclavos africanos en Cuba a partir de 1849 y gracias al dinero obtenido por su tráfico pudo incrementar sus tierras y sus posesiones en la isla caribeña.
De hecho, hay varios edificios en Barcelona, como el hotel 1898, BHC Hotel Colonial o el Palau Moja, que están construidos gracias al proceloso negociete de López a costa de mercadear con esclavos.
También le podemos sugerir a la alcaldesa de Barcelona que podría quitar la estatua de Joan Güell i Ferrer, quien fue responsable de la financiación de expediciones que fomentaban el tráfico de esclavos.
Y ya que tanto le encanta ‘borrar’ de la Historia a los negreros, que hable con el alcalde de la localidad cercana de El Masnou para que erradiquen de su callejero a otro traficante de esclavos ‘pata negra’, Joan Maristany i Galcerán, un capitán negrero que se hizo sumamente rico con esta actividad desde la segunda mitad del siglo XIX.
